El presidente visitó la Universidad de Hurlingham, donde se producen los medidores de dióxido de carbono «Aire Nuevo»

El presidente Alberto Fernández visitó este mediodía la Universidad Nacional de Hurlingham, donde se producen los medidores de dióxido de carbono «Aire Nuevo», que permiten disminuir riesgos de contagio de coronavirus en lugares cerrados, en especial en colegios.

«Nosotros tenemos que ser capaces de construir nuestra propia tecnología, y para que lo logremos, la educación pública es central», reflexionó el mandatario, e indicó que «no hay mejor inversión que podamos hacer que invertir en la educación de nuestra gente».

El jefe de Estado, que estuvo acompañado por el intendente Juan Zabaleta; el secretario de Políticas Universitarias, Jaime Perczyk; y el vicerrector a cargo de la casa de estudios, Walter Wallach, se interiorizó sobre el desarrollo de los medidores, proceso que llevan adelante estudiantes y profesores de esa casa de estudios, pertenecientes a las carreras de Diseño Industrial, Ingeniería Eléctrica e Ingeniería Informática.

«La universidad pública dio todos nuestros premios nóbeles y sigue teniendo emprendedores, científicos, técnicos capaces de desarrollar un aparato como ese» que «nos puede cuidar y salvar la vida a muchos», afirmó.

«Esto le puede servir a miles, a millones, esto puede servir para una escuela, pero también puede servir para las oficinas públicas, para los lugares donde están nuestros abuelos, los geriátricos, y para las fábricas», remarcó el mandatario, e indicó: «Esto lo hicieron ustedes, porque el Estado les abrió las puertas de una universidad donde poder encontrarse y desarrollarlo».

Participaron también de la actividad los intendentes de Ituzaingó, Alberto Descalzo; de Merlo, Gustavo Menéndez; y de Morón, Lucas Ghi.

Los medidores de dióxido de carbono sirven para establecer un indicador de la ventilación, y de esa manera poder controlar si hay suficiente renovación de aire en aulas, salones y demás espacios comunes en las escuelas.

En el marco del retorno a las clases presenciales, se trata de una herramienta para ayudar a reducir los riesgos y así evitar contagios, ya que permiten brindar información en tiempo real sobre las necesidades de ventilación en cada una de las aulas o salones de los establecimientos educativos.

Un monitor de dióxido de carbono puede estar fijo en un ambiente como también utilizarse para medir valores de distintos espacios, por lo que es necesario seguir los protocolos de manera de que la medición sea representativa del valor de dióxido de carbono de cada ambiente.

En los colegios cuyas aulas salen a pasillos cerrados es importante controlar el nivel de dióxido de carbono en los mismos, ya que caso contrario transfieren el aire exhalado entre las aulas.

El aparato se conecta a una batería similar a la de un teléfono y se coloca a 1,5 metro de altura, lejos de las aberturas. Está diseñado para que cuando supere las 800 partículas por millón suene una alarma, límite del aire respirado en ese espacio en función del dióxido de carbono.

En este contexto, si en dicho lugar se encuentra un asintomático con coronavirus, puede haber peligro de contagio. Así, si la concentración supera ese número, hay que ventilar el ambiente y en caso de que el indicador no descienda, proceder al desalojo del aula.

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