Cacerolazo y protesta en Olivos tras el toque de queda y las restricciones anunciadas por el presidente

Efectivos de seguridad tuvieron que intervenir en las afueras de la Quinta Presidencial. Las protestas se replicaron en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires.

Ayer por la noche, en la Quinta de Olivos se desarrolló un cacerolazo y manifestación luego de los anuncios del presidente Alberto Fernández, quien dispuso el toque de queda a partir de las 20 y hasta las 06 en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Las protestas se replicaron en distintos puntos de la Capital Federal desde el momento en que el Presidente comunicó las primeras medidas.

Las actividades comerciales funcionarán desde las 9 hasta las 19, fuera de ese horario deberán permanecer cerradas. Otra de las decisiones resonantes es que el gobierno decidió suspender las clases presenciales desde el lunes 19 hasta el viernes 30 de abril. Se retornará así a la modalidad virtual en los tres niveles educativos. Hasta el viernes de esta semana inclusive los alumnos y docentes continuarán con el mismo esquema de presencialidad.

Por otra parte, quedarán suspendidas las actividades recreativas, sociales, culturales, deportivas y religiosas en lugares cerrados, mientras que los comercios gastronómicos funcionarán en modalidad de entrega a domicilio luego del horario permitido.

Lo sucedido en la Quinta Presidencial ya se había anticipado durante el mensaje del Presidente. Cuando aún se estaba emitiendo, en distintas zonas de la Capital Federal comenzaron a sonar cacerolas para expresar el desacuerdo con las medidas. Asimismo, los que se encontraban circulando en auto se sumaron con bocinazos a medida que avanzaban por las calles.

De esta forma, hubo protestas en Palermo, Núñez, Flores, Belgrano, Almagro, Barracas, Recoleta y Paternal, entre otros barrios.

Además de los respectivos cacerolazos, la protesta se trasladó a las redes sociales, donde los usuarios subieron sus videos, en muchos casos junto al hashtag #NoCierrenLasEscuelas.

La suspensión de las clases presenciales, en principio por las próximas dos semanas, fue la medida que más sorprendió, ya que hasta el anuncio del presidente el mayor consenso radicaba en que los colegios debían permanecer abiertos.

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