Unas 240 mil personas optimizaron la calidad de sus viajes en transporte público a partir de la inauguración del Centro de Trasbordo González Catán de La Matanza, que junto con el Metrobus, transformaron el principal corredor de este partido. Alejandro Finocchiaro y el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, recorrieron esta mañana el Centro y dialogaron con los usuarios.
Se encuentra ubicado en el cruce de las Ruta Nacional 3 y la Ruta Provincial 21, y conecta las 12 líneas de colectivos que circulan por Metrobus con la estación Independencia del tren Belgrano Sur. La modificación realizada en el corredor de La Matanza generó una transformación del paisaje urbano que mejoró en forma significativa la calidad y uso del espacio público.
«Un cambio en el transporte público es uno de los ejes centrales de nuestro compromiso con los vecinos de La Matanza y de toda la Provincia. Porque es mucho más que estas paradas, que el cemento, que el hormigón, esto es real. Un progreso tangible que también está sucediendo con las obras en el Camino del Buen Ayre, la pavimentación de la Ruta 4 y la renovación del corredor de la Avenida Rivadavia», destacó Finocchiaro.
«El cambio de la infraestructura realmente es un antes y un después. En La Matanza, los vecinos ya tienen desde hace dos años un centro iluminado y con refugios, lo que brinda más seguridad para quienes conectan desde el tren. Sumado al Metrobus, uno de los más importantes que construimos, se ahorra tiempo de viaje, tiempo que los pasajeros ganan para estar con sus familias, viajar mejor al trabajo. Estos son los cambios reales, concretos, que estamos haciendo en todo el país para mejorarle la vida a la gente», aseguró Dietrich.
Antes de la obra, las líneas de colectivos que circulan por allí operaban en forma desordenada, compartiendo la ruta con el tránsito particular, combis y camiones. Las personas esperaban en paradas a la intemperie, a un costado del cruce de las rutas, con riesgos para su seguridad y en condiciones desfavorables.
En muchos casos, las paradas eran sobre tierra, sin refugios ni señalización alguna; no lograban abastecer la demanda, por lo que se producía una acumulación de pasajeros que complicaba la circulación de peatones en una zona comercial y que dificulta la circulación del resto de los vehículos. A esto se sumaban cruces peatonales inseguros y un estado degradado de la iluminación y el espacio público, que durante años sufrió la falta de mantenimiento e inversión.
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