María Eugenia Vidal desplazó a la cúpula del Servicio Penitenciario Bonaerense

Ayer por la noche, a través del ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires, Gustavo Ferrari, la gobernadora María Eugenia Vidal le pidió la renuncia al jefe del Servicio Penitenciario Bonaerense, Fernando Díaz, y a toda la cúpula de ese organismo.

Había trascendido que el reemplazante de Díaz sería Juan Baric, actual subsecretario de Política Penitenciaria; y que el nuevo esquema de conducción de la cúpula del Servicio Penitenciario Bonaerense «sería cien por ciento civil».

Esta mañana, la gobernadora apretó el acelerador en su reforma del Servicio Penitenciario Bonaerense, defendió el desplazamiento de la cúpula que se conoció ayer y cuestionó a las gestiones provinciales anteriores.

«Sabemos que esto entraña riesgos, pero estas medidas no se tomaron antes porque había pactos de connivencia», denunció la mandataria desde La Plata. No dio nombres, pero fue clara a quiénes se refería. «La política no hablo durante años de cómo funcionaba el Servicio Penitenciario. Durante treinta años de democracia, nadie quiso hacer esta reforma», agregó.

Vidal presentó la reforma junto a su ministro de Seguridad, Gustavo Ferrari. El gobierno bonaerense desplazó ayer a Fernando Díaz y a toda la plana mayor de la fuerza. En total, fueron 132 oficiales superiores. Además se dispuso la intervención de la institución a manos de un funcionario civil, que reportará directamente al ministro de Justicia.

Como trascendió, el actual subsecretario de Política Penitenciaria bonaerense, Juan José Baric, será el virtual interventor del servicio durante los próximos 90 días, con el fin de «democratizar y transparentar» la fuerza.

En los próximos tres meses se hará una auditoría externa que alcanzará a los nuevos jefes designados y a los directores de las 55 cárceles y alcaidías. Todos están a prueba desde hoy. La purga irá a fondo. Ya comenzó una investigación interna, los legajos de unos 15.000 agentes penitenciarios fueron enviados al Registro Nacional de Antecedentes. Unos 360 efectivos ya figuran en él. En los próximos días se constituirán auditorías para controlar la gestión, los legajos del personal y las condiciones de la infraestructura carcelaria.

Además de las auditorías de control de gestión y de control penitenciario -que tendrá controles móviles en toda la institución-, se dividirán en forma clara el área de seguridad y la de tratamiento de los 33.000 detenidos que hay en territorio bonaerense.

«Hasta el 10 de diciembre el Servicio Penitenciario Bonaerense se autogobernaba», insistió Vidal. «Pelear contra la inseguridad es pelear contra la corrupción», aseguró la mandataria.

Vidal dijo que la medida no se trata sólo de una «purga» de la cúpula del organismo, sino que la reforma en «mucho más profunda». El gobierno bonaerense enviará ahora un nuevo estatuto del Servicio Penitenciario Bonaerense para que sea votado por la Legislatura.

La mandataria recordó que el estatuto vigente data de la época de la dictadura y que, por ejemplo, «no define estándares de cumplimiento de los derechos humanos». También podría haber más desplazamientos: «Puede haber apartamiento de efectivos hasta el último día. No se trata de nombres y personas, se trata de dar señales claras al sistema», adelantó la gobernadora.

Pese a haberlo desplazado, Vidal defendió ante los medios la designación de Díaz al frente del Servicio Penitenciario Bonaerense al inicio de su gestión, cuando ocurrió la fuga de tres de los cuatro condenados por el triple crimen de la efedrina. Hace pocas semanas, la Comisión Provincial por la Memoria hizo un crítico diagnóstico de la situación carcelaria y pidió la remoción de Díaz, que también está acusado en Salta por irregularidades en el control del penal federal de esa provincia.

«Respecto de Díaz, lo nombramos en medio de una crisis importante que fue la primera crisis del gobierno y tuvo que ver con una primera etapa que se cumplió debidamente», dijo la mandataria ante una consulta periodística.

Y cuando le preguntaron si temía por las represalias ante la reforma penitenciaria, contestó: «Miedo no es un lujo que nos podemos dar para enfrentar estas peleas. Sabemos lo difícil de las decisiones que tomamos, lo hacemos convencidos, este es el momento de hacer el cambio. Antes de ser cómplices, preferimos asumir riesgos».

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