A solas con Conurbano Digital, el presidente del Concejo Deliberante de Escobar nos muestra su lado como militante, sus orígenes en la política y su visión sobre las principales figuras políticas nacionales.¿Qué significa ser presidente de un Concejo Deliberante?
Es una responsabilidad enorme. Significa tener la responsabilidad de conducir un cuerpo legislativo que define muchísimas cuestiones de la vida cotidiana de los vecinos de Escobar. Para mí es un desafío enorme porque el Concejo Deliberante tiene muchísimas oposiciones, bancadas que piensan distinto. Es una responsabilidad con los vecinos de Escobar y con mis compañeros concejales que me designaron por unanimidad.
Y esta función pública, ¿cómo convive con el militante político que hay en vos?
Los cargos son circunstancias. Entre el Pablo militante y el Pablo funcionario trato de que no se generen dos caminos paralelos. El militante es el poder estar en la calle, estar con los vecinos, escuchar las demandas de la gente, poder más allá del cargo no perder la realidad. No tiene que haber diferencias entre el militante y el funcionario. Yo estoy acá por haber militado y por una decisión de los vecinos que eligieron la lista ganadora en el 2015. Como militante, lo vivo como un proceso de crecimiento que en algún punto me da una satisfacción porque uno avanza con un colectivo de compañeros que vienen trabajando en conjunto hace muchísimos años. Nosotros somos peronistas, lo que hacemos es militar, estar con la gente y llegar a los espacios de poder para transformar la realidad de una manera positiva. Uno no tiene que perder la esencia que es la política.
¿Cuándo descubriste esa esencia?
Mi papá me llevó a los 13 años a una unidad básica. Me gustó la experiencia. Siempre me gustó esto de ser solidario, ayudar al que tenes al lado. Después de eso empecé a estar en espacios de juventud sin tintes políticos sino más solidarios, de vocación de servicios y después me metí de llenó a partir del conflicto con el campo, donde para mí fue un momento bisagra. Un día voy caminando por Escobar, llego a la esquina de un bar y veo que luego del voto «no positivo» de -Julio- Cobos había gente contenta, que festejaba esa decisión. Ese día empecé a ver que yo no podía estar de acuerdo con esa gente y empecé a militar en la Juventud Peronista de la provincia de Buenos Aires. Entré en La Cámpora donde encontré mi lugar de pertenencia y desde ese momento hasta el día de hoy he sido un militante político con la firme convicción de que se transforma la realidad haciendo política. He vivido una de las mejores etapas de la Argentina, de ampliación de derechos, de inclusión social.
¿Qué balance hacés de los gobiernos kirchneristas?
Hago un balance positivo y otro negativo. En el primero se trabajó y se militó en una Argentina pensada para las grandes mayorías, los sectores trabajadores, los sectores más postergados. Se ampliaron derechos y se trabajó en todos los rangos etarios de las personas. Hubo paritarias abiertas, 6 millones de puestos de trabajo. Hemos vivido un proceso de transformación seria, de industrialización fuerte. En el balance negativo, para mí, nos faltó hacerle entender a los ciudadanos que los derechos son de ellos y que los tienen que defender a capa y espada; que nadie les regala nada; que hay un Estado que les brindó derechos y que debían hacerlos propios. Vino otro gobierno y se los quitó. La sociedad estaba dormida. No le echo la culpa a la gente, tendríamos que haber trabajado en convencer que esos derechos debían defenderlos. Hemos descendido en términos de conquistas y lo que veo es que estamos en una situación muy compleja que va hacer mucho daño a los próximos años.
Si hoy te cruzas a ese chico que eras a los 13 años, ¿qué le dirías?
Que haga lo que piensa, lo que siente y que más allá de las adversidades nunca afloje con sus pensamientos y sentimientos. Que no se deje torcer el brazo y que siempre vaya adelante con sus sueños.
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